Las testimoniales de Miguel Ángel Delgado y de Andrés Roberto Videla acapararon gran parte del tiempo durante la audiencia de ayer por el segundo juicio por el crimen de Facundo Ferreira (12 años). Los peritos del ECIF, de Balística y de Criminalística respectivamente, detallaron sobre tres informes que llevaron adelante durante la investigación del caso. A su vez, los defensores Julio Roque Silva y Aurora Díaz Argañaraz acorralaron a preguntas a Delgado al considerar que una explicación suya podía llegar a mejorar la situación del acusado Mauro Díaz Cáceres, algo que no ocurrió. La defensa terminó pidiendo la nulidad de esa prueba.
El 8 de marzo de 2018 Ferreira fue asesinado de un disparo en la nuca durante una persecución policial. Los efectivos del 911, Díaz Cáceres y Nicolás González Montes de Oca, a bordo de una motopatrulla, seguían a un grupo de motociclistas entre los cuales viajaba Facundo. En ese contexto los policías dispararon sus armas reglamentarias e hirieron de muerte a la víctima, que además había sido lesionado en el cuerpo con los perdigones de la escopeta. El hecho ocurrió en la esquina de avenida Nicolás Avellaneda y pasaje Río de Janeiro.
Informes y discusión
Delgado explicó que su primera intervención fue para determinar si las cuatro armas secuestradas en la causa era operativas, algo que confirmó. Indicó además que la Policía le entregó para analizar 14 vainas encontradas en la escena, 11 era calibre nueve milímetros (pistolas reglamentarias), una de un proyectil de escopeta y dos de un arma calibre 22 largo que, según dijeron los efectivos que intervinieron en la escena del crimen, “eran del arma que supuestamente habían llevado los menores”. Luego una pericia confirmaría que Facundo nunca disparó ningún arma.
El experto señaló que “las conclusiones del informe son categóricas” y que dejaban poco margen a un error. En ese momento el defensor Silva le pidió permiso al tribunal integrado por Stella Maris Arce, Alicia Freidenberg y Patricio Prado para levantarse y pedirle explicaciones al perito con el expediente en mano. “En el juicio anterior le traje unas imágenes ampliadas y usted no aceptó verlas, ahora le pido que directamente veamos las fotos del expediente”, le planteó. El abogado querellante, Carlos Garmendia también se levantó para ver qué le estaban señalando en las fojas al testigo.
Silva le pidió insistentemente que explicara porque consideraba que había coincidencias sobre ciertos proyectiles que “a simple vista” resultaban diferentes. El perito en balística mantuvo la postura que dio en el informe y explicó su punto, pero ante la persistencia del defensor denunció que consideraba que “estaban intentando condicionarlo”. El tribunal llamó al orden.
Distintos colores
Silva, esta vez apoyado por Díaz Argañaraz, le pidió a ambos peritos que vieran nuevamente los proyectiles que habían quedado en cada pistola reglamentaria y que detallaran de qué color era cada uno. Los profesionales argumentaron que eso sería relevante para su teoría del caso, porque el informe enumeraba cartuchos negros y celestes, pero Díaz Cáceres no habría empleado proyectiles con ese color de vaina.
Mientras Videla describía cada proyectil, Garmendia protestó: “los testigos ya aclararon que ellos no recogieron evidencias, uno de los policías que sí realizó esa tarea ya pasó a declarar y a él no le preguntaron esto”.
Los jueces le permitieron a Silva que evacuara todas sus dudas, pero fueron moderando el interrogatorio, que se extendió por casi tres horas. Al final el defensor le terminó consultando a Delgado si alguna vez había afrontado un juicio por mala praxis y si conocía a determinadas personas. El experto respondió que no, pero el juez Prado, de todas formas, no dio lugar a esas preguntas y advirtió con sancionar al abogado si seguía ignorando las indicaciones que daba el tribunal para moderar el interrogatorio. Al final, la defensa de Díaz Cáceres pidió anular este informe como prueba y adelantó que realizarán un planteo extraordinario si es necesario.
El segundo informe de los peritos detalló el recorrido de las motos que quedó registrado por las cámaras de seguridad. Aclararon que no podían confirmar si hubo disparos con algún revólver (no arrojan vainas) durante la secuencia. El tercer trabajo indicó que el disparo de escopeta que hirió a Facundo fue hecho a 15 metros de distancia y que el de pistola, que lo mató, fue realizado a poco más de un metro.
Análisis
“El informe de Delgado es categórico, todas las vainas 9 milímetros secuestradas pertenecen a los policías, al igual que el plomo que le da muerte a Facundo. No hay ninguna mención al calibre 11,25 que los imputados intentan plantar, al igual que el testigo Diego Lescano, que ahora menciona que vio ese plomo, pero no lo hizo ni en el otro juicio ni durante el proceso”, cuestionó Garmendia tras la audiencia. También agregó: “sostengo que la pistola calibre 22 que fue secuestrada, en realidad fue plantada por la Policía ¡es más! No tengo dudas de que Lescano es quien la planta. Hablamos de una pistola vieja, de difícil manejo para un chico que iba conduciendo una moto (en relación a J.A, el adolescente que llevaba a Facundo)”.
Comparaciones: constantes invocaciones al primer juicio
Si bien no pueden tenerse en cuenta las cosas que se hicieron o se dijeron en el primer juicio, el fantasma del primer debate oral sobrevuela el segundo juicio. Por efecto o por defecto, las partes hacen alusión a viejas declaraciones y planteos. “En el juicio anterior el testigo aseveró tal cosa y ahora no”, planteó un defensor en una audiencia reciente. En la de ayer, el abogado querellante reclamó que el planteo realizado por una de las defensas “ya había sido rechazado no solo en el último debate oral sino también en distintas instancias por todo Tribunales”. Más allá de todas esas exclamaciones propias de una discusión, nada de lo manifestado al respecto será tenido en cuenta por el tribunal, según lo adelantó la presidenta Stella Maris Arce.